Una de las causas más comunes de visita de nuestros pacientes son las inflamaciones crónicas de origen desconocido. ¿Pero qué factores pueden provocarlas? En este artículo hablaremos en concreto de los factores ambientales que pueden desencadenar una respuesta anómala en nuestro organismo y por tanto derivarse en una inflamación crónica.
Los ácidos grasos omega 6 y omega 3
Comenzaremos hablando sobre un tema de rabiosa actualidad en el campo de la nutrición, . Estos ácidos grasos poliinsaturados presentes en aceites como el de girasol o el aceite de soja, en el pescado azul como el atún o el salmón y en frutos secos como las nueces son causantes de manera indirecta de procesos inflamatorios crónicos.
La razón es el desequilibrio en la proporción entre la ingesta de omega 6 y omega 3, pues nuestros antepasados disponían de una dieta cuya proporción era de 1:1 o 2:1 , mientras que en los estudios recientes se ha comprobado que las dietas occidentales presentan una proporción de 12:1 e incluso 20:1 a favor del omega 6 (ag. linoleico).
¿Por que producen respuesta inflamatoria?
En los estudios realizados se ha comprobado que en dietas ricas en omega 6, el ácido graso linoleico era el culpable de la reacción inflamatoria por su rol en el inicio de esta y en la agregación plaquetaria. Sin embargo, en los estudios realizados en dietas ricas en omega 3 con ingestas ricas en pescados se comprobó que estos a pesar de sus altos niveles no tenían efectos deletéreos.
La reacción inflamatoria se produce porque a nivel fisiológico el organismo no es capaz de metabolizar a la vez los ag. omega 6 y omega 3 por lo que compiten entre ellos, así que un exceso de un tipo de grasa inhibirá la síntesis del otro tipo. Por ello ante un exceso de omega 6 que parece ser que contiene eicosanoides (participantes en los procesos mencionados con anterioridad), el omega 3 no se metabolizará y no obtendremos sus efectos vasodilatadores, antiarritmicos y antitromboticos.
Vitamina D
Otro factor de gran importancia es la Vitamina D por su función reguladora en el control del calcio en plasma mediante la 1,25-dihidroxivitamina D3 producida en los riñones que regula a su vez la absorción intestinal del calcio y por lo tanto, la correcta presencia de este elemento para su uso, pues una cantidad baja podría afectar a las contracciones musculares y los procesos sinápticos neuronales y una cantidad alta podría aumentar las calcificaciones indeseadas.
En cuanto a los carbohidratos, los últimos estudios hablan de que una dieta baja en ellos produce una mayor concentración de ácido araquidónico en sangre, lo que se traduce en un menor nivel de citocinas inflamatorias y por tanto menor respuesta inflamatoria.
Otro factor negativo de un gran consumo de carbohidratos simples es el aumento de la glicación que consiste en la unión de proteínas más glúcidos y que parece ser un factor de predisposición a padecer tendinopatías.
En cuanto a los hábitos de vida modernos, encontramos en ellos factores fundamentales en la predisposición a padecer inflamaciones crónicas. Una de ellas es el sedentarismo, que implica una relación tasa metabólica basal/gasto energético total mayor que nuestros ancestros. Desde el homo habilis hasta el hombre moderno de principios de siglo XX la tasa metabólica basal era muy inferior al gasto energético total, sin embargo los estudios han demostrado que en el hombre actual esa relación ha cambiado y los valores se han equiparado.
Horas de sueño
Este es otro factor importante, donde los países industrializados tienen un gran porcentaje de personas que duermen menos de 6 horas por la noche, afectando al ritmo circadiano normal. El stress psicosocial también es un desencadenante de alteraciones en los biorritmos corporales y su control neurofisiológico.
Por último, encontramos el factor del síndrome del intestino permeable explicado en mi anterior artículo de hipermeabilidad intestinal. Este proceso consiste en un aumento del espacio entre las células de la pared intestinal (enterocitos) que permite el paso de substancias no deseadas al lumen, entre ellas factores desencadenantes de la respuesta autoinmune como el paso de bacterias del lumen intestinal al corriente sanguíneo.