Todos los datos de este artículo se han obtenido gracias a revistas científicas, revisiones bibliográficas, revistas médicas y artículos de revisión, todos comprendidos entre el año de publicación 2003 y el 2012.
Causas incontinencia urinaria (IU)
Existe un gran número de causas que se asocian directamente a la incontinencia urinaria. Según Fonda (1), estas son:
- Obesidad
- Poca movilidad, vida sedentaria.
- En tos, estornudos, ejercicio.
- Enfermedades como la bronquitis crónica y el asma.
- Algunos fármacos (diuréticos, hipnóticos, antipsicóticos, antidepresivos, calcioantagonistas, anticolinérgicos, opiáceos…) como efectos secundarios.
- Infecciones urinarias
- Debilitamiento de los músculos, especialmente tras menopausia. Prolapsos.
- Embarazo (partos vaginales)
También pueden existir otras causas de incontinencia urinaria. Son las llamadas transitorias o reversibles, cuya duración es, como máximo, de 1 mes, tales como infecciones del tracto urinario inferior, uretritis, vaginitis, aumento de la producción de orina, delirio, enfermedades psiquiátricas, impactación fecal, etc.
En diferentes ensayos clínicos con una larga casuística se evidenciaba que a los 3 meses de una histerectomía radical, el 21% de las pacientes presentaban sintomatología de IU y que, 10 años más tarde, el 79% de mujeres presentaban también sintomatología de incontinencia urinaria.
Incontinencia urinaria. Qué es, causas, tipos de incontinencia y cómo tratarlas
El suelo pélvico y sus problemas son unos de los grandes olvidados de la medicina y la fisioterapia. problemas como la incontinencia urinaria, el dolor al mantener relaciones sexuales, los prolapsos vaginales y de vejiga y otros muchos son a menudo mal tratados o sencillamente no reciben tratamiento.
¿Existe una relación directa entre incontinencia y vejez?
Gracias a los numerosos estudios relacionados con el tema, se puede verificar que la incontinencia no está comprendida entre unos rangos de edad concretos: La IU puede aparecer en personas de cualquier edad, independiente de la condición socioeconómica y cultural, afectando con mayor frecuencia a grupos con limitaciones, tales como ancianos y personas con alguna alteración neurológica, física, etc. Es importante, por ello, insistir que la incontinencia urinaria no es un fenómeno normal del envejecimiento ni que el envejecimiento fisiológico conlleva siempre a la pérdida de la continencia urinaria.
Sí existe una relación entre incontinencia urinaria y vejez, ya que forma parte de los grandes problemas geriátricos, constituyendo una causa de deterioro de la calidad de vida, pero no solo pueden padecerla este tipo de sujetos.
Recientes estudios realizados en España demuestran que el 1 % de las mujeres menores de 45 años ha sufrido alguna pérdida de orina y que, poco a poco, está empezando a aumentar el número de mujeres que, siendo personas sanas y menos de 55 años, sufren día tras día este problema.
Se trata de un problema que afecta más a mujeres, ancianos y niños y que tiene curación hasta en el 80 por ciento de los casos (Asociación Española de Urología) (2)
Incontinencia urinaria en mujeres jóvenes y de mediana edad
Existen numerosos estudios que relacionan la IU con personas mayores de 65 años, pero hay muy pocas investigaciones en mujeres de “mediana edad” (40-65 años). Basándome en los artículos científicos que se centran en este rango de edades, el principal objetivo es analizar la repercusión de la IU en la calidad de vida de este grupo de mujeres.
Las mujeres con incontinencia urinaria mixta son las que más sienten vergüenza en la relación social y comportamientos de evitación, por lo que les obliga a cambiar sus actividades sociales. Además, son las que peor calidad de vida tienen, según Castro. D (1999) (3).
También repercute la IU en las relaciones íntimas y sexuales, ya que, según Harvey (2004) (4), la incontinencia urinaria altera la función sexual de distintas maneras, como baja en la libido, miedo a la pérdida de orina durante el acto sexual, etc., provocando, el miedo de la propia mujer a ser rechazada y culpabilidad por no sentir deseo y placer (Higa.R, 2006) (5).
Tal y como se ha mencionado anteriormente, una de las causas principales que provocan IU es tener una vida sedentaria y no realizar actividad física. Sin embargo, existen estudios e investigaciones que verifican la relación entre la práctica deportiva y la prevalencia de incontinencia urinaria y que, de hecho, se demuestra que las mujeres jóvenes que realizan actividad físico-deportiva a una intensidad alta padecen una mayor incidencia de la IU que las mujeres que no practican actividad física (Del Valle y Gavaldá, 2001 y Cabrera, 2006) (6,7)
Se relaciona sobre todo con actividades deportivas caracterizadas por las repetidas acciones a cierta intensidad, causando aumentos de presión afectando a corto, largo y medio plazo a las propias estructuras de sujeción del suelo pélvico (Walker, 2006) (8).
Según Lone (2006) (9) , se ha constatado una prevalencia entre el 20 y el 50% de las mujeres jóvenes y de mediana edad (25 a 45 años) que practican actividades deportivas y, además, se ha comprobado que en las actividades de mayor impacto se incrementa la prevalencia de la misma (Nygaard et al, 2005) (10).
Este tipo de prevalencia se da, curiosamente, en aquellas mujeres que realizan actividad física para mantener o mejorar su estado de salud: aquellas que realizan actividades de fitness (Hernando, 2009) (11).
En el ámbito profesional y alto rendimiento, existen numerosas referencias que relacionan la actividad física femenina (alta competición) con las disfunciones del suelo pélvico y, en concreto, la IU. Por ello, otra de las causas que provocan IU a añadir en el apartado anterior es, junto con el sedentarismo, la realización de actividad física a alta intensidad.
Mujeres mayores de 65 años
Conocer con exactitud la prevalencia de la incontinencia en este tipo de población no es fácil, ya que no se puede abarcar con estudios epidemiológicos a toda la población anciana en su totalidad. Por ello, basándonos en los estudios que se han realizado a nivel nacional (España), se considera que entre un 10 y un 15% de los sujetos mayores de 65 años que viven en su domicilio sufren incontinencia (McGrother, C 1998) (12). El porcentaje de personas mayores que sufren incontinencia y que se encuentran hospitalizados (ingresados) asciende al 30-40%.
Este tipo de población se ve afectado principalmente por la higiene, en las actividades sociales (incontinencia de la risa, por ejemplo) y, principalmente por los problemas psicológicos y problemas de sueño, junto con nictura y enuresis (Espunas, 2005) (13).
Consecuencias y repercusiones de la incontinencia urinaria
Tal y como dice Rodrigues. R, (2007) (14), la incontinencia urinaria es un problema que las propias mujeres, normalmente, sufren en silencio, ya que por cuestiones sociales, por cuestiones de desconocimiento y desconsideración de los síntomas o, sencillamente, por vergüenza, no van desde un primer momento a un profesional en este ámbito para buscar soluciones.
Además, las mujeres mayores de 60 años asocian la incontinencia como un proceso degenerativo (Shaw, 2001) (15) y aceptan la incontinencia urinaria como una etapa de la vida inherente y natural ( Bradway, 2006) (16).
Para las mujeres jóvenes y de mediana edad (inferior a los 50 años), la incontinencia es está considerada como un tema tabú e inaceptable socialmente. Sin embargo, los casos de incontinencia existen y son ellas las que subestiman los síntomas, aceptándolo con “normalidad” (Ashworth. PD, 1993) (17)
El problema está en que, en numerosas ocasiones, esperan a que la incontinencia remita sin un tratamiento. A medida que pasa el tiempo, los síntomas avanzan hasta tal punto de poder causar disfunción en su propio cuerpo.
Como ya se ha mencionado anteriormente, al asociar la disfunción urinaria con una etapa más ( en cuanto a la vejez), por vergüenza o por aceptación no se consulta con un profesional; es entonces cuando surge el “autocuidado” mediante, por ejemplo, toallitas higiénicas y de restricciones hídricas, pudiendo desencadenar problemas dermatológicos e infecciones urinarias. (Horrochs, 2004) (18)
Del mismo modo, existe otro grupo de mujeres que se deciden a consultar con especialistas o profesionales de la salud para buscar soluciones a este problema. Se informan sobre las causas, tipos de tratamientos, mecanismos para enfrentar el problema, etc. Son ellas las que solicitan interacción con los profesionales para poder llegar a tener mayor conocimiento sobre el tema (Li. FLW, 2007) (19), pero hay que destacar que son un grupo muy pequeño, en relación al número de mujeres que padecen IU.
En diversos estudios, las mujeres adultas mencionan miedo de perder su empleo o de cambiar de cargo, como consecuencia de las restricciones y limitaciones al realizar actividades que demandan esfuerzos físicos y constantes interrupciones, ir a miccionar con frecuencia, etc. Las más jóvenes, mencionaron la vergüenza que sienten cuando tienen pérdidas de orina en público: reuniones sociales, con amigos/familiares o durante la práctica deportiva. (Higa. R, 2006) (5)
Fisioterapia y técnicas de modificación de conducta
Tal y como hemos visto en otros artículos, el principal objetivo del tratamiento de la IU se basa en mejorar, ante todo, la calidad de vida, resolver los problemas de incontinencia y evitar el tratamiento quirúrgico, así como mejorar las circunstancias personales propias de cada mujer.
Por ello, la labor de la fisioterapia puede servir de gran ayuda para restablecer un patrón normal de vaciamiento vesical y, sobretodo, realizar programas de rehabilitación muscular del suelo pélvico (RMSP) Este tipo de actividad se clasifican en dos grandes grupos: los Ejercicios del suelo pélvico (Kegel) y el reentrenamiento vesical mediante el entrenamiento del hábito miccional, micciones programadas, biofeedback, etc. (Serrano, 2003) (20)
Tal y como argumenta Vinker.S (2001)(21) en el caso de mujeres de edades por encima de los 70 años, mejorar la calidad de vida consiste en conseguir una disminución de los síntomas es un logro, ya que muchas veces, la continencia total es imposible.
Se ha demostrado que en el caso de la incontinencia de esfuerzo, la terapia farmacológica no tiene un grado de recomendación tan alto como la rehabilitación del suelo pélvico, la cual mejoran el tono muscular en reposo, la coordinación en la contracción muscular para estabilizar la uretra y ayuda a mantener la continencia durante los esfuerzos (Espuña-Pons, 2002) (22).
Mantener medidas higiénico-dietéticas junto con los ejercicios ya nombrados, realizar micciones programadas, cinesiterapia y conos vaginales (Plevnik, 2006) (23) ayudan a reducir en un gran porcentaje la IU. Además, la ventaja de este tipo de tratamiento es que no tiene efectos adversos y no afectan de ninguna manera el resultado de posibles tratamientos futuros.
Ejercicios para activar la musculatura abdominal y suelo pélvico
A continuación una lista de vídeos útiles si padeces de incontinencia urinaria
Conclusiones
- La incontinencia urinaria afecta, sobre todo, a la calidad de vida de los sujetos.
- Es frecuente en mujeres que han tenido hijos y se asocia a la obesidad, sedentarismo, edad, debilitamiento de la musculatura pélvica y a la actividad física a una alta intensidad.
- No solo pueden tener IU mujeres mayores de 65 años.
- El principal problema para las mujeres jóvenes es la vergüenza, comportamientos de evitación y todo lo relacionado con la sexualidad: pareja estable, relaciones íntimas y miedo al rechazo. Las mujeres mayores de 65 años sufren más por la higiene, las relaciones sociales, problemas psicológicos y de sueño. Tienden a aceptarlo sin poner remedio.
- A menudo se recurre más al autocuidado que a la visita a los profesionales sanitarios
Resumen:
Bibliografía:
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- https://www.aeu.es
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