El uso de los fármacos analgésicos y anti-inflamatorios no ha dejado de aumentar año tras año en nuestra sociedad, ya son muchas las voces que nos sugieren un uso indiscriminado y abusivo de de este tipo de fármacos. Si bien pueden ser útiles en algunos casos y desempeñan una función fundamental en otros, es evidente que se hace un uso sistematizado de los mismos.
Por un lado hemos generado un clima social en el que ingerir un fármaco analgésico para el dolor de cabeza o el dolor articular se toma como un acto completamente normalizado y aceptado, obviando que esta acción puede conllevar efectos secundarios perniciosos para la salud, que en algunos casos, sobre todo en ciertas lesiones y afecciones musculo-esqueleticas crónicas en la que la ingesta de fármacos suele ser muy continuada, los efectos colaterales a nivel visceral y metabólico pueden generar otros problemas si cave mas serios.
Por otro lado, si nos preguntamos cuál o cuáles pueden ser las causas de esta actitud abusiva de la ingesta de este tipo fármacos sería injusto pensar que estas sólo tienen que ver con el uso irresponsable por parte del paciente y es que en muchas ocasiones también los profesionales sanitarios han jugado un papel incentivador y retroalimentador para generar esta dinámica.
Ciertamente a menudo es fácil tomar una pastilla que nos quite un dolor puntual que pensar en la causa de ese dolor y hacerle frente, pero cuando este dolor se repite en el tiempo tomar pastillas cada vez que duela no es ni mucho menos la mejor solución.
Es en estos casos cuando debemos afrontar el problema y ponerle solución. Para ayudar a que las personas tengan mas facilidades para tener un papel mas activo en la gestión y en la solución de esos problemas los Fisioterapeutas desarrollamos un papel fundamental como catalizador y facilitador de ese proceso.