Efectos del estrés postraumático en el cuerpo

Efectos del estrés postraumático en el cuerpo
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El trastorno de estrés postraumático (TEPT) es un trastorno de salud mental que puede desarrollarse después de haber experimentado o presenciado un evento traumático. El TEPT puede tener un impacto significativo en la calidad de vida de las personas y afectar sus relaciones, el ámbito laboral y su bienestar general.

Además de los efectos emocionales y psicológicos, el TEPT también puede tener impacto físico  en el organismo. En este artículo encontrarás información sobre los efectos del estrés postraumático en el cuerpo

Sistema nervioso autónomo

El estrés postraumático puede afectar el sistema nervioso autónomo, que regula funciones corporales involuntarias como la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la respiración. Puede provocar una respuesta de "lucha o huida" excesiva, lo que resulta en una mayor frecuencia cardíaca, respiración rápida y sudoración excesiva.

Las personas con trastorno de estrés postraumático (TEPT) a menudo experimentan hiperactividad del sistema simpático, lo que las vuelve más sensibles a los desencadenantes relacionados con el trauma. Experimentan respuestas de estrés intensas incluso en situaciones que no representan una amenaza real. Además, la respuesta excesiva del sistema simpático puede agotar los recursos corporales y contribuir a la fatiga crónica, el insomnio y otros problemas de salud asociados con el estrés crónico.

Sistema cardiovascular

El sistema cardiovascular comprende el corazón, los vasos sanguíneos y la sangre, y es responsable de transportar oxígeno, nutrientes y otros compuestos necesarios por todo el cuerpo. El estrés postraumático puede tener los siguientes efectos en el sistema cardiovascular: 

  • Aumento de la presión arterial: el estrés crónico puede elevar la presión arterial, lo que puede aumentar el riesgo de desarrollar hipertensión (presión arterial alta). La presión arterial elevada puede ejercer presión adicional sobre las arterias y los vasos sanguíneos, lo que a largo plazo puede provocar daño en los vasos sanguíneos y aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares. 
  • Aumento de la frecuencia cardíaca: en situaciones de estrés, el cuerpo puede experimentar un aumento en la frecuencia cardíaca como parte de la respuesta de "lucha o huida". Sin embargo, en el caso del estrés postraumático, esta respuesta de aumento de la frecuencia cardíaca puede persistir incluso en ausencia de un estímulo estresante actual. El aumento crónico de la frecuencia cardíaca puede ejercer tensión adicional sobre el corazón y contribuir al desarrollo de enfermedades cardiovasculares. 
  • Mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares: el estrés no gestionado puede aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, como enfermedades del corazón, enfermedades coronarias y accidentes cerebrovasculares. La respuesta inflamatoria asociada con el estrés crónico puede promover el desarrollo de placas de colesterol en las arterias (aterosclerosis), lo que puede obstruir el flujo sanguíneo y aumentar el riesgo de eventos cardiovasculares. 
  • Disfunción del endotelio: el estrés postraumático puede afectar la función del endotelio, que es la capa interna de los vasos sanguíneos. La disfunción endotelial se asocia con una menor producción de óxido nítrico, que es importante para mantener los vasos sanguíneos dilatados y flexibles. Esto puede contribuir a la rigidez de las arterias y a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares. 
  • Mayor activación plaquetaria: el estrés crónico puede aumentar la activación de las plaquetas sanguíneas, lo que aumenta el riesgo de formación de coágulos sanguíneos. Los coágulos sanguíneos pueden obstruir los vasos sanguíneos y aumentar el riesgo de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.

Sistema inmunológico

El sistema inmunológico desempeña un papel crucial en la protección del cuerpo contra enfermedades e infecciones. El estrés postraumático puede afectar al sistema inmunológico de las siguientes maneras:

  • Supresión inmunológica: el estrés crónico puede suprimir la función del sistema inmunológico, lo que disminuye la capacidad del cuerpo para combatir infecciones y enfermedades. El estrés prolongado puede afectar la producción y actividad de los glóbulos blancos, que son las células encargadas de defender el cuerpo contra patógenos. Esto puede aumentar la susceptibilidad a enfermedades virales, bacterianas y fúngicas. 
  • Respuesta inflamatoria desregulada: puede desencadenar una respuesta inflamatoria excesiva o desregulada en el cuerpo. La inflamación es una respuesta natural del sistema inmunológico ante la presencia de una lesión o infección, pero cuando esta respuesta se vuelve crónica o exagerada, puede contribuir al desarrollo de enfermedades inflamatorias crónicas como la artritis, la enfermedad inflamatoria intestinal y las enfermedades autoinmunes. 
  • Mayor riesgo de enfermedades autoinmunes: algunas investigaciones sugieren que el estrés postraumático podría aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades autoinmunes, en las cuales el sistema inmunológico ataca erróneamente los tejidos y órganos del propio cuerpo. Ejemplos de enfermedades autoinmunes incluyen la artritis reumatoide, el lupus eritematoso sistémico y la esclerosis múltiple. 
  • Cicatrización y recuperación afectadas: este tipo de estrés puede retrasar la cicatrización de heridas y la recuperación de lesiones. El sistema inmunológico desempeña un papel importante en estos procesos al estimular la reparación y regeneración de tejidos dañados. La supresión inmunológica y la respuesta inflamatoria desregulada asociadas con el estrés pueden interferir en estos procesos y prolongar la recuperación.

Sistema digestivo

El estrés postraumático puede tener varios efectos en el sistema digestivo. Los vemos a continuación: 

  • Síndrome del intestino irritable (SII): el estrés postraumático está fuertemente asociado con el desarrollo o empeoramiento del SII. Esta condición se caracteriza por síntomas como dolor abdominal, distensión abdominal, cambios en los hábitos intestinales (diarrea o estreñimiento) y malestar gastrointestinal. El estrés crónico puede desencadenar la inflamación del tracto gastrointestinal y afectar la motilidad intestinal, lo que contribuye a los síntomas del colon irritable
  • Cambios en la función digestiva: puede afectar la función digestiva en general. Puede aumentar la sensibilidad del intestino, haciendo que reaccione de manera exagerada a los estímulos alimentarios normales. Esto puede provocar malestar abdominal, hinchazón, gases y cambios en los patrones de evacuación intestinal. 
  • Úlceras pépticas: puede aumentar el riesgo de desarrollar úlceras pépticas en el estómago o el intestino delgado. El estrés puede aumentar la producción de ácido en el estómago y dañar la mucosa protectora, lo que facilita la formación de úlceras. 
  • Reflujo gastroesofágico (ERGE): puede contribuir al desarrollo o empeoramiento del reflujo gastroesofágico. El estrés puede aumentar la producción de ácido estomacal y debilitar el esfínter esofágico inferior, lo que permite que el contenido ácido del estómago se escape hacia el esófago, causando acidez estomacal, ardor y regurgitación.
  • Pérdida o aumento de apetito: algunas personas con estrés postraumático pueden experimentar cambios en el apetito. Pueden perder el apetito y experimentar pérdida de peso debido a la ansiedad o la falta de interés en la comida. Por otro lado, el estrés también puede provocar un aumento en el apetito, lo que lleva a comer en exceso o a buscar alimentos reconfortantes, lo que puede contribuir al aumento de peso.

Sistema musculoesquelético

Los efectos del estrés postraumático en el sistema musculoesquelético son los siguientes: 

  • Tensión muscular y dolor: puede causar tensión muscular y dolor en el sistema musculoesquelético. Las personas con estrés postraumático pueden experimentar rigidez muscular, espasmos, dolor de espalda, cuello o mandíbula, y dolores de cabeza tensionales. Esta tensión muscular crónica puede dificultar la realización de actividades diarias y afectar la calidad de vida. 
  • Trastornos temporomandibulares (TTM): puede aumentar el riesgo de desarrollar trastornos temporomandibulares, que afectan las articulaciones de la mandíbula y los músculos que la controlan. Esto puede provocar dolor facial, dificultad para abrir o cerrar la boca, chasquidos en la mandíbula y dolor de cabeza. 
  • Problemas de postura: el estrés y la tensión muscular pueden contribuir a la mala postura, especialmente en la espalda y los hombros. Una postura incorrecta prolongada puede generar desequilibrios musculares, debilidad y dolor crónico. 
  • Lesiones musculoesqueléticas: también puede aumentar el riesgo de lesiones musculoesqueléticas debido a la tensión excesiva en los tejidos y la disminución de la concentración y la coordinación. Esto puede aumentar la probabilidad de lesiones en las articulaciones, los músculos y los tendones, como torceduras, esguinces y tendinitis.
  • Mayor sensibilidad al dolor: las personas con estrés postraumático pueden experimentar una mayor sensibilidad al dolor. Esto se debe a la activación excesiva del sistema nervioso central, lo que puede hacer que el dolor se perciba de manera más intensa.

Sistema reproductivo

El estrés postraumático puede tener efectos en el sistema reproductivo tanto en hombres como en mujeres. A continuación, te mencionamos algunos de los impactos más comunes.

En mujeres

  • Trastornos menstruales: puede alterar el ciclo menstrual, causando irregularidades en la duración, frecuencia e intensidad de los períodos menstruales. Algunas mujeres pueden experimentar amenorrea (ausencia de menstruación) o dismenorrea (dolor menstrual intenso).
  • Síntomas premenstruales agravados: las mujeres con estrés postraumático pueden experimentar una intensificación de los síntomas premenstruales, como cambios de humor, irritabilidad, sensibilidad en los senos y retención de líquidos. 
  • Disfunción sexual: puede disminuir  la libido y el deseo sexual en las mujeres. Puede causar dificultades para experimentar excitación sexual, disminución de la lubricación vaginal y dificultades para alcanzar el orgasmo. 
  • Problemas de fertilidad: puede interferir con la regulación hormonal necesaria para la ovulación regular y afectar la calidad de los óvulos. Además, el estrés puede afectar la receptividad del útero para la implantación del óvulo fertilizado.

En hombres

  • Disfunción eréctil: el estrés postraumático puede contribuir a la disfunción eréctil en los hombres. El estrés crónico puede afectar la función vascular, la producción de óxido nítrico y la respuesta hormonal, lo que puede dificultar la capacidad de lograr y mantener una erección. 
  • Disminución de la libido: puede disminuir el deseo sexual en los hombres. Puede afectar los niveles de testosterona y reducir la libido y el interés en la actividad sexual.
  • Alteraciones en la calidad del semen: puede afectar la calidad del semen, incluyendo el recuento de espermatozoides, la movilidad y la morfología. Esto puede dificultar la fertilidad y aumentar las dificultades para concebir.

Sistema respiratorio

El sistema respiratorio puede alterarse debido al estrés postraumàtico y provocar las siguientes afecciones: 

  • Alteración de la respiración: puede provocar una respiración rápida y superficial, conocida como hiperventilación, o una respiración irregular y entrecortada. Estos patrones respiratorios anormales pueden aumentar la sensación de ansiedad y dificultar la relajación. 
  • Síntomas respiratorios: algunas personas con estrés postraumático pueden experimentar síntomas respiratorios, como falta de aliento, opresión en el pecho, sensación de ahogo o hipersensibilidad a los estímulos respiratorios. Estos síntomas pueden estar asociados con la activación excesiva del sistema nervioso autónomo y la respuesta de lucha o huida. 
  • Asma y enfermedades respiratorias: si bien no existe una relación causal directa, el estrés postraumático puede empeorar los síntomas en personas que ya tienen condiciones respiratorias preexistentes, como el asma. 
  • Mayor susceptibilidad a infecciones respiratorias: puede debilitar el sistema inmunológico, lo que puede hacer que una persona sea más susceptible a infecciones respiratorias, como resfriados, gripe y neumonía. Además, el estrés puede afectar la respuesta inflamatoria del cuerpo a las infecciones, lo que puede dificultar la recuperación. 
  • Hipersensibilidad y reactividad bronquial: puede aumentar la reactividad bronquial en algunas personas, lo que significa que las vías respiratorias pueden contraerse con más facilidad en respuesta a diferentes estímulos, como alérgenos, irritantes o cambios en la temperatura. Esto puede provocar síntomas de sibilancias, tos y dificultad para respirar.

Referencias Bibliográficas

  • Carvajal, C. (2002). Trastorno por estrés postraumático: aspectos clínicos. Revista chilena de neuro-psiquiatría, 40, 20-34.
  • González-González, C. (2018). Actualidades en la fisiopatología del trastorno por estrés postraumático (TEPT). Salud Jalisco, 1(2), 128-134.
  • Palacios, L., & Heinze, G. (2002). Trastorno por estrés postraumático: una revisión del tema (primera parte). Salud mental, 25(3), 19-26.
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