La rotura de fibras del recto anterior del cuádriceps se considera una de las atlopatías más frecuentes en futbolistas y corredores, sin embargo, cualquier persona no deportista puede padecerla. Un insuficiente acondicionamiento y estiramiento inadecuado puede promover su aparición. Si deseas conocer más acerca del desgarro del cuádriceps, te recomendamos leer el siguiente artículo, en donde podrás encontrar consejos de prevención, tratamientos efectivos, entre muchas cosas más.
Cuando hablamos de una rotura de fibras del recto anterior del cuádriceps nos referimos a una lesión muscular que conlleva la pérdida de la continuidad de las fibras musculares del recto anterior, frecuentemente se desarrolla en el vientre muscular y en la unión del vientre muscular con el tendón de dicho músculo. Una lesión muscular de este tipo no sólo ocasiona el desgarro de fibras musculares, sino también de nervios y vasos de irrigación, es por ello que esta lesión ocasiona un dolor muy agudo y concreto, además de la aparición de un hematoma superficial o intermuscular en la región del músculo desgarrado.
El recto anterior se origina en la espina iliaca anterior inferior y se inserta en la rótula hasta el tendón rotuliano, se trata de uno de los músculos pertenecientes al grupo muscular del cuádriceps. Este grupo muscular se encuentra en la parte delantera del muslo y se considera uno de los grupos musculares más potentes del cuerpo, ya que está compuesto por cuatro músculos (incluyendo al recto femoral): vasto lateral, vasto medial y vasto intermedio. Se encarga de estirar la pierna (extensión de rodilla) con la ayuda de los isquiotibiales y de doblar la cadera (flexión de cadera) con la ayuda sinergista del psoas, estos movimientos resultan indispensables para caminar, correr, saltar y ponerse en cuclillas, por lo que estas acciones se ven comprometidas en una rotura de fibras del recto anterior del cuádriceps.
Según el número o el porcentaje de fibras musculares desgarradas se clasifica los grados de la presente lesión. Generalmente se divide en cuatro grados:
Es importante determinar el grado de afectación, para que el abordaje terapéutico bien sea conservador o quirúrgico, sea adaptado a las necesidades de la persona lesionada y para lograr resultados satisfactorios en los que no aparezcan recidivas.
Los músculos biarticulares como el cuádriceps y los isquiotibiales se ven más frecuentemente afectados por las roturas de fibras que otros músculos. Esta lesión muscular tiene una alta prevalencia en personas que practiquen deporte, constituyen el 30% de las lesiones en deportistas. En función al deporte practicado se ha reseñado que el deporte más frecuentemente afectado por esta lesión es el fútbol, constituyendo el 26,8% de los casos. En un equipo de futbolistas profesionales en Australia se ha evidenciado que la lesión muscular del cuádriceps era la más común. Teniendo en cuenta que el recto anterior es el principal protagonista en la extensión de rodilla, es el más frecuentemente lesionado de los músculos anteriores del muslo. De las personas famosas afectadas por esta lesión muscular, destacamos al jugador de baloncesto profesional Earl Jerrod "EJ" Rowland, quien en 2019 sufrió esta lesión.
El Montakit Fuenlabrada, con la novedad de @AUrtasunoficial y la lesión de @Euro_E_Row
Álex Urtasun podría jugar el domingo.
EJ Rowland, baja por una rotura de fibras en el recto anterior del cuádriceps de la pierna izquierda.
https://t.co/igIIOFqbuJ#ParaDisfrutar pic.twitter.com/eD1idpwmD3— Montakit Fuenlabrada (@BFuenlabrada) October 18, 2019
Si en pleno entrenamiento o juego deportivo aparece un dolor repentino y localizado en la cara anterior del muslo, acompañado de impotencia funcional para extender la pierna es probable que esté presentando un desgarro en el recto femoral. El mecanismo de la lesión se ve relacionado a varias acciones realizadas dentro del ámbito deportivo: una desaceleración repentina de la pierna (frecuente en el fútbol), contracción violenta del cuádriceps (frecuente en el atletismo de velocidad) y desaceleración rápida de un músculo sobrecargado (frecuente en el basquetbol).
Si en pleno entrenamiento o juego deportivo aparece un dolor repentino y localizado en la cara anterior del muslo, acompañado de impotencia funcional es probable que esté presentando un desgarro en el recto femoral..."
La presentación clínica de esta lesión está relacionada al grado de distensión o desgarro de las fibras musculares, por lo que los signos y síntomas que se presenta pueden variar según el grado presentes, siendo estos los siguientes:
Sabiendo que los cuádriceps son más potentes que su musculatura antagonista: los isquiotibiales, se cree que el factor principal de esta lesión es el desbalance de ambos grupos musculares, siendo el momento crítico el momento antes del apoyo podal, ya que es cuando los isquiotibiales frenan la extensión de la rodilla, mientras el músculo femoral intenta extender la rodilla para efectuar el apoyo del pie con el suelo. Cuando falla la relajación de los músculos isquiotibiales aparece la lesión. Además, del desbalance en la contracción y relajación de la musculatura del muslo, existen otros factores causales relacionados a este tipo de lesiones, los cuáles dividiremos en extrínsecos (resultado de la interacción del músculo femoral con un objeto externo) e intrínsecos (el propio músculo es quien produce la lesión sin que intervenga un factor externo):
Factores intrínsecos o endógenos
Los anteriores factores causales pueden verse promovidos por ciertos factores de riesgo, tales como:
Las fases de acondicionamiento, calentamiento y estiramiento del recto femoral antes y después del entrenamiento, son acciones clave para prevenir el desgarro fibrilar. Otra recomendación útil es el reposo deportivo cuando sea necesario y evitar el sobre entrenamiento. Además, teniendo en cuenta que un músculo femoral débil está propenso a sufrir la rotura de sus fibras es recomendable realizar entrenamientos específicos para su fortalecimiento.
Para que logres obtener un aumento en la potenciación de los músculos anteriores del muslo y así evitar lesiones del músculo femoral, te recomendamos ver el siguiente vídeo en donde un fisioterapeuta experimentado te demostrará como realizar una rutina de ejercicios enfocada en el fortalecimiento de esta importante musculatura, a través de fáciles ejercicios de potenciación:
Es posible que otras situaciones patológicas originadas en el muslo, puedan desencadenar la sintomatología de esta lesión del músculo femoral, algunos de los diagnósticos diferenciales más destacables son:
Las contracturas, los calambres, espasmos y distenciones pueden ocasionar síntomas y molestias similares a los que se desarrollan en una rotura fibrilar. Entonces, ¿cómo podemos diferenciarlas? La respuesta a esta pregunta la podrás encontrar en el siguiente vídeo, de la mano de un experimentado fisioterapeuta quien te explicará cuales son los signos y síntomas de cada una de estas lesiones, que te ayudarán a diferenciarlas cuando sientes un tirón en la cara anterior del muslo:
Tratando de una afección asociada al movimiento y al entrenamiento, la persona que los padece puede describir las molestias desde el primer momento de su aparición, es responsabilidad del especialista en salud diferenciar cuál es el tipo de lesión muscular presente, ya que, como hemos nombrado en el diagnóstico diferencial, son muchas las opciones. Para ello, inicialmente el médico o fisioterapeuta inspeccionará visualmente la zona en busca de anomalías en la morfología del músculo femoral, en casos graves es posible notar hematomas (equimosis), importante edema e incluso un hundimiento en la zona lesionada, si este es el caso se procede a método diagnóstico por imagen y se evita la valoración física o palpatoria. Si no lo es, se procede a efectuar una inspección palpatoria en busca de los puntos dolorosos que indiquen el nivel lesionado y seguidamente se realiza un examen físico que involucre una prueba de fuerza muscular y de amplitud articular. En este examen podría resultar útil el Test o maniobra de Ely, que originalmente se usa para valorar el acortamiento de los rectos femorales, este test nos demuestra un rango de movimiento reducido acompañado de dolor o tensión en casos leves o moderados de esta lesión.
Existen varios estudios que pueden comprobar el diagnóstico y que ofrecen información importante sobre el estado del músculo comprometido, algunos de ellos son:
Generalmente para promover la curación de los grados leves o moderados (I, II) el médico indica inmovilización de la rodilla en 120° de flexión, para evitar la aparición de espasmos, reducir la equimosis y el riesgo de desarrollar miositis osificante. Además, indican protección y reposo por 3 – 7 días, uso de hielo por al menos 6 horas diarias (divididas en 15 – 20 min.), compresión y elevación de la zona afectada, este protocolo también es conocido como PRICE. Algunos médicos consideran la indicación de medicamentos como antinflamatorios no esteroideos (AINEs) e infiltraciones de plasma rico en plaquetas (PRP) en la zona lesionada para aliviar el dolor y reducir la inflamación, sin embargo, no se han comprobado sus efectos en el proceso de curación muscular, por lo cual no se indican por más de 48 h.
En los casos de roturas graves (III, IV) se suele indicar cirugía para solucionar esta lesión muscular.
Aunque principalmente se indica una cirugía en los casos de rotura total, existen otras indicaciones para un procedimiento quirúrgico:
Si alguna de estas es el caso, el procedimiento quirúrgico es el indicado. En el procedimiento el cirujano intenta reparar las fibras musculares separadas mediante suturas absorbibles a través de la fascia y retira el tejido necrótico o hematoma residual presente. Posterior al procedimiento, la zona afectada es inmovilizada parcialmente con un vendaje compresivo por dos semanas aproximadamente y se indica fisioterapia posterior a 6 semanas después de la cirugía. Estos tiempos son relativos y dependen mayormente del grado de desgarro presente.
El tratamiento conservador es el que ofrece los mejores resultados en cuanto a la recuperación de este tipo de lesiones, es por ello que la fisioterapia cumple un importante papel no sólo como tratamiento inicial, sino como tratamiento posoperatorio. El objetivo de la fisioterapia es promover los procesos de regeneración y cicatrización mintiendo el volumen, la tonicidad y la funcionalidad del músculo, evitando la formación cicatrices no funcionales y adherencias que disminuya su capacidad de relajación y contracción y por ende su funcionalidad y reducimiento. Para ello el abordaje fisioterapéutico se llevará a cabo según el tiempo o la fase de regeneración en la que se encuentre el paciente y según el grado de desgarro presente.
Esta fase comienza una vez diagnosticada la lesión muscular en caso de un tratamiento conservador, sin embargo, en caso de un abordaje quirúrgico este comienza durante el primer día del posoperatorio. En esta fase se busca reducir los síntomas y las molestias asociadas al daño tisular como: dolor, inflamación y hematomas en las primeras 48 – 72 horas. Para lograrlo, se realizan algunas de las siguientes intervenciones:
Posterior a una semana de evolución, las intervenciones fisioterapéuticas estarán enfocadas en fomentan la cicatrización y la organización del nuevo tejido generado, para evitar la aparición de adherencias y de procesos de cicatrización no funcionales (cicatrices hipertróficas). Para ello el fisioterapeuta llevará a cabo intervenciones tales como:
Posterior a las 4 – 6 semanas de tratamiento se valora el estado de fuerza muscular y la amplitud articular, si los resultados se encuentran dentro de los rangos normales se procede a realizar un entrenamiento enfocado en el gesto deportivo que requiere el paciente para su disciplina deportiva. Además, en esta fase se busca instruir al paciente de medidas preventivas que reduzcan el riesgo de recidivas a largo o corto plazo. Algunas de las intervenciones en esta fase son:
Tú proceso de recuperación y rehabilitación puede verse positivamente influenciado con los consejos que te brindamos en los vídeos de nuestro canal de YouTube FisioOnline, cada uno de ellos fue realizado por profesionales de salud expertos en fisioterapia y rehabilitación deportiva.
El masaje terapéutico resulta ser una de las medidas terapéuticas más beneficiosas en estas lesiones deportivas, es por ello que te demostramos como realizarlo por tu propia cuenta de manera adecuada en el siguiente vídeo:
En los grados leves de desgarro fibrilar, el uso de hielo ayuda a tu proceso de recuperación, ya que reduce el proceso inflamatorio innecesario y ofrece una descarga de las fibras musculares afectas. Es por ello que te recomendamos ver el siguiente vídeo, en donde podrás aprender a cómo realizar un automasaje con hielo en caso de lesiones de este tipo:
Es posible incentivar el proceso de reparación y acelerar el proceso de recuperación de las roturas fibrilares del cuádriceps mediante determinados ejercicios, automasajes y estiramientos. Aprende a cómo realizarlos correctamente mediante las directrices que te brindaremos en el vídeo a continuación:
Una vez que el dolor no sea un problema y la fase de regeneración se fuese completado, es importante fomentar la reorganización de las fibras musculares reparadas, con la finalidad de evitar recidivas a futuro que pongan en riesgo el rendimiento de tu actividad deportiva. Para ello, la mejor técnica es el ejercicio de estiramiento, aprende a cómo realizarlo correctamente con los consejos que te brindamos en el vídeo a continuación:
Además, es necesario brindarle un nivel adecuado de potenciación al músculo lesionado, para ello te aconsejamos darle un vistazo al siguiente vídeo en donde podrás aprender cinco ejercicios fáciles de hacer enfocados en el fortalecimiento del grupo muscular del muslo:
El pronóstico de esta afección está relacionado al grado de desgarro, al estado físico y de salud del paciente lesionado y al tipo de abordaje terapéutico realizado. Siendo así, se podría estimar que una persona que haya sufrido una lesión grado I o II tendrá un tiempo de recuperación de 1 – 2 semanas, mientras que las que hayan sufrido una de grado III o IV pueden requerir entre 8 – 12 semanas. Sin embargo, estos tiempos son variables en cada persona. Se ha estimado que los criterios para aprobar el retorno deportivo son: una amplitud del movimiento sin dolor (120° de flexión de rodilla con cadera extendida), retorno de la fuerza muscular previa a la lesión y la ejecución de los gestos deportivos sin dolor o mayores molestias.