La Gota es un tipo de artritis que se caracteriza por la presencia de dolores agudos, enrojecimiento y sensibilidad de las articulaciones. Dicha enfermedad metabólica se produce por la acumulación de ácido úrico y puede afectar a ambos sexos.
La acumulación de estos cristales microscópicos de ácido úrico se puede manifestarse en las distintas articulaciones del cuerpo, pero con mayor frecuencia tiende a afectar a la
primera metatarsofalángica del pie.
La articulación que se afecta con mayor frecuencia en la Gota es la primera metatarsofalángica del pie…
Pero, también puede afectar a otras articulaciones del pie, a los tobillos y muy raro tiende a evidenciarse en las rodillas o las muñecas.
¿Cuáles son las causas de la Gota?
La causa principal que interviene en la aparición de esta enfermedad es cuando la cantidad de ácido úrico producida es más que la cantidad consumida o eliminada, es decir cuando hay altos niveles de ácido úrico en sangre. Muchas veces, este aumento se debe al consumo de ciertas comidas y al ingerir bebidas alcohólicas que tienden a promover los niveles más altos del ácido úrico.
La gota es causada por los altos niveles de ácido úrico en sangre…
En ocasiones, esto ocurre debido a que el cuerpo produce demasiado ácido úrico o los riñones excretan muy poco. Al suceder esto, el ácido úrico se acumula y forma cristales de urato con forma de agujas en las articulaciones y en el tejido que las rodea, lo que produce inflamación y dolor en dichas articulaciones.
Signos y síntomas de la Gota
Los signos y síntomas de la gota casi siempre ocurren de forma repentina y a menudo en la noche. Los más comunes son:
- Dolor articular.
- Molestia persistente.
- Entumecimiento.
- Rigidez articular.
- Inflamación en más de una articulación.
- Deformidades.
- Limitación de la movilidad de la articulación afectada.
- Cólicos nefríticos.
- Aumento de la temperatura de la articulación afectada.
- Fiebre.
¿Cuál es el tratamiento para la Gota?
Por lo general, el tratamiento se enfoca en la administración de medicamentos tales como antiinflamatorios no esteroideos y corticoides.
Además, como parte del tratamiento se recomienda el abordaje fisioterapéutico, que en estos casos proporciona herramientas terapéuticas para disminuir el dolor y prevenir la aparición de secuelas, a través del ejercicio terapéutico, la electroterapia, crioterapia y las técnicas de terapia manual y osteopatía.
