La zona del pie, es una de las más importantes para el cuerpo humano, capaz de soportar las cargas axiales que provienen de centros superiores para mantener la estabilidad y poder realizar gestos como caminar, saltar, etc. Al hablar de las fracturas de pie, se hace referencia a la lesión más grave que acontece sobre dicha región, que consiste en la pérdida de continuidad ósea por parte de alguno de los componentes óseos a nivel del pie en respuesta a algún evento traumático.
Las fracturas a nivel del pie son más comunes de lo que se piensa, a nivel estadístico se habla de que representan al menos el 10% de las fracturas que ocurren en todo el cuerpo, llegando a desencadenar distintos síntomas y limitaciones funcionales.
¿Cómo se originan las fracturas de pie?
Este tipo de lesiones suelen tener un origen netamente traumático o por estrés, donde se involucran mecanismos lesivos como:
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Exceso de carga durante un impacto: Frecuentes durante la práctica de algún deporte donde existan saltos de altura como el paracaidismo, esquí u algún otro, también está asociado a accidentes automovilísticos.
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Fractura por estrés mecánico: Siendo la más común presente sobre deportistas, asociada a sobrecargas o movimientos repetitivos que generan un estrés mecánico afectan comúnmente a los huesos del metatarso.
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Fractura patológica: Asociada al padecimiento de osteoporosis o alguna otra afección donde se involucre el debilitamiento del tejido óseo.
¿Cuáles son los síntomas de las fracturas del pie?
Al tratarse de una fractura los síntomas y signos asociados serán bastante característicos, donde se resaltan:
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Dolor agudo y punzante a nivel de alguna de las zonas del pie.
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Limitación en el rango de movimiento a nivel del tobillo o los dedos propios del pie.
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Presencia de inflamación aguda sobre la zona afectada.
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Edematización o retención de líquidos a nivel del pie.
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Deformación visible a nivel del pie.
Tratamiento aplicado para las fracturas del pie
El tratamiento médico utilizado para éste tipo de lesiones puede realizarse a través de un abordaje conservador donde se indica una inmovilización rígida durante al menos 21 días junto a la ingesta de analgésicos y antiinflamatorios. En casos graves puede indicarse la intervención quirúrgica haciendo uso de algún material de osteosíntesis para fijar la superficie ósea afectada.
El tratamiento fisioterapéutico tendrá como objetivo principal mitigar los síntomas presentes, además de regresar la funcionalidad del pie para que el paciente pueda retomar las actividades diarias con normalidad. Para ello se hace uso de múltiples técnicas de tratamiento como:
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Terapia manual ortopédica
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Agentes físicos: Ondas de choque, electroterapia, ultrasonido, etc.
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Ejercicio terapéutico
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Terapia invasiva
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Reeducación a la marcha