Siempre me parece sorprendente observar cómo cada uno afrontamos el día a día, los imprevistos o las adversidades de manera genuina. Misma genética y comportamientos tan diferentes.
Ayer, por ejemplo, fue uno de esos días de consulta que dan para reflexionar sobre la salud y nutrición. Especialmente, en el factor ambiental que los regula.
Dos personas. Dos maneras de reaccionar al tratamiento
Visité a dos chicas por segunda vez, que presentaban el mismo motivo de consulta: migrañas muy fuertes. Tras la primera visita, a ambas les prescribí, básicamente, regular la ingesta de ciertos alimentos, un par de suplementos y actividad física. En fin, una intervención de lo más habitual.
Al acudir a mi consulta por segunda vez, lo sorprendente fue cómo habían reaccionado cada una de ellas al tratamiento.
La primera, al preguntarle qué tal le había ido, responde que FATAL, que está muy agobiada:
- No puedo hacer nada, no puedo salir con mis amigos, no tengo vida social… – me decía ella.
- Ostras – respondo yo – aquí tengo apuntado que tu motivo de consulta era ataques de migraña muy fuertes que te sobrevenían aproximadamente cada dos días. ¿De esto qué tal?
- A no, solo he sufrido un ataque de migraña en estos dos meses. Con eso no ha habido problema. El tema es que, con los cambios alimenticios, voy muy agobiada. Echo mucho de menos el pan. Si voy a tomar algo con mis amigos no puedo pedirme nada. Esto es insoportable.
En cambio, la siguiente paciente que acudía por el mismo motivo de consulta responde:
- Estoy genial. Sólo he tenido un par de ataques en estos dos meses.
- ¿Y qué tal la alimentación? – pregunto.
- Muy bien. Te he traído un diario de todas las comidas que he hecho para que compruebes si están bien. Es gracioso porque, al sentirme tan bien, estoy convenciendo a todas mis amistades para que coman como yo. Aunque Néstor, tengo que confesarte que, aunque no me gustan las coles de Bruselas, si me permiten seguir sin migrañas me las como sin duda alguna.
Si no hay una coherencia entre mi mundo interior, mi fisiología y mi mundo exterior, sufriré.
Entender en terapia que la salud y nutrición de nuestros pacientes no sólo depende de la intervención que pongamos -aunque teóricamente sea la más correcta-. Que esta se adecue a la realidad de la persona es un gran paso hacia el éxito de los tratamientos prescritos.
Como diría Ortega y Gasset, “yo soy yo y mi circunstancia y, si no la salvo a ella, no me salvo yo”. Donde la segunda parte de la frase me parece la más especial: si no salvo mi circunstancia, no me salvo yo. Si no hay una coherencia entre mi mundo interior, mi fisiología y mi mundo exterior, sufriré.
A este “yo y mis circunstancias” las ciencias médicas y sociales lo han rebautizado como el sociotipo. Este término se introdujo para describir la relación dinámica de un individuo con su entorno social a lo largo de la vida. El sociotipo ofrece un marco conceptual que ayuda a comprender cómo las personas manejan su vida y cómo adquieren, padecen y reaccionan ante enfermedades.
Que por fin vayamos en la búsqueda de una comprensión más global de lo que significan, cómo se relacionan salud y nutrición en las personas y cómo se ven afectados por el entorno. Este concepto interdisciplinar muestra cómo mi genética está influenciada por la pareja que eligió mi madre, por lo que comí los primeros años de vida, por el tipo de familia que he tenido y lo que ella espera de mí, por el tipo de amistades que tengo o por los lugares donde vivo.
Así, el sociotipo es un marco explicativo que analiza y amplía los factores ambientales que, por lo general, incluimos como influyentes en la vida de las personas. Está constituido por la salud de un individuo, por su nutrición, pero también por sus relaciones y su entorno. Cada persona es, pues, un producto de las costumbres imperantes de su cultura y de la tríada “genotipo, fenotipo, y sociotipo”. La figura 1 muestra estas interacciones.
La nutrición afecta a mi sociotipo y mi salud en todas las etapas de la vida
Como hemos visto en la figura 1, los factores que afectan a nuestro sociotipo son diversos. A mí, aprovechando la ocasión. me gustaría hablar de uno de los factores que domino y que muchas veces no tenemos en cuenta como influyente en nuestros comportamientos. La nutrición.
7 Ejemplos de cómo la salud y nutrición determinan nuestro sociotipo
La nutrición es el combustible que impulsa el motor físico y psicológico de nuestro cuerpo y, por lo tanto, debe ser de calidad. Miremos varios ejemplos:
- A partir de la investigación sobre la influencia de la salud neonatal en muchas enfermedades que sufrimos en la edad adulta (Hipótesis de Baker y programación metabólica) y sobre nuestra longevidad (longitud de los telómeros), se reconoce que las influencias nutricionales comienzan a los 9 meses. Diversos estudios sobre hambrunas sufridas durante el embarazo confirman el aumento de esquizofrenia en la descendencia adulta. La nutrición afecta en todas las etapas de la niñez: el embarazo, la lactancia y el destete.
- La leche materna contiene endocanabinoides, que son cruciales para el que el niño desee mamar. Este sistema de canabinoides se deriva de ácidos grasos poliinsaturados omega-6 necesarios para la síntesis de 2 araquidonil glicerol y para regular nuestro apetito. Esto puede llegar muy lejos, pues se sabe que la conducta de amamantamiento influye sobre la actividad serotonérgica, la secreción de hormonas esteroideas y el estado de metilación y acetilación de expresión genética.
- Más adelante en la vida, es bien sabido que los adolescentes son vulnerables a las influencias culturales relativas a la imagen corporal y al desarrollo de trastornos de la alimentación. En algunas personas la nutrición puede afectar a sus evaluaciones cognitivas. Tres de los principales neurotransmisores corporales (serotonina, norepinefrina y dopamina) se derivan aminoácidos esenciales como triptófano, fenilalanina y tirosina. Por lo que una falta de estos nutrientes afectará sustancialmente a nuestros comportamientos y a nuestro estado anímico.
- En las mujeres, la edad de la menarquia es dependiente de la cantidad de reservas de energía (tejido adiposo) que se requieren para sostener un embarazo y es por ello que la amenorrea es una (necesaria) consecuencia de la anorexia.
- Durante la edad adulta, un consumo de alimentos con un claro efecto inflamatorio como el gluten o los lácteos, tiene una gran influencia en muchas de las enfermedades que padecemos y, también, sobre nuestro estado anímico.
- El consumo de alimentos poco reconocibles por nuestra fisiología tales como alimentos procesados con pesticidas implica una respuesta al estrés. Es lo que se conoce como estrés metabólico.
- Por último, múltiples estudios muestran cómo la nutrición también está implicada en la resistencia a las enfermedades infecciosas a través de sus efectos sobre el sistema inmunológico y las bacterias intestinales.
Como ven, la relación con nuestro entorno condiciona nuestra salud. Comer es una relación diaria que mantenemos con nuestro entorno, y nuestro cuerpo responde dependiendo de si la relación es agradable o alarmante.
Conclusión
Debemos entender la salud como un proceso dinámico de relación entre la fisiología de las personas y el entorno en que viven -asumiendo este en un sentido amplio (desde la nutrición a las amistades)-.
Ayudar a las personas a recuperar su salud exige explorar los diferentes ámbitos que le pueden estar influenciando. O como diría de Sir William Osler, “es más importante saber qué tipo de paciente tiene la enfermedad que qué tipo de enfermedad tiene el paciente.”
Así pues, volviendo al ejemplo del principio, a la paciente que sufrió con el cambio de hábitos, deberíamos encontrar la manera de prescribirle un tratamiento que no le genere más estrés del que pretendemos quitar, hacerle ver la importancia de lo que ha conseguido o encontrar la intención beneficiosa de su resistencia al cambio…
Existen múltiples herramientas para conseguir armonizar salud y nutrición con el resto de factores que afectan la vida de las personas, pero eso es otra historia que espero poder tratar en algún otro post.