Por desgracia, el Ictus parece ser una patología de moda. No es difícil encontrar un primo, vecino o amigo que haya sufrido uno recientemente.
Un ictus es una alteración violenta de la circulación a nivel cerebral. Conocido por otros sinónimos como accidente vásculo cerebral o AVC, el ictus desencadena un infarto cerebral en el paciente, provocando un daño que conllevará una serie de secuelas físicas, cognitivas, emocionales, etc, afectando a la esfera de la salud del paciente y de su familia.
A grandes rasgos, podemos distinguir dos tipos:
- Isquémico: Producido por una falta de circulación, el ictus isquémico es generado cuando existe una obstrucción de un vaso sanguíneo a nivel cerebral.
- Hemorrágico: En este caso, el daño cerebral no se produce por una falta de oxígeno, sino por un aumento de la presión a nivel tisular. La causa es la ruptura de un vaso sanguíneo como consecuencia de un aumento de presión de las paredes del vaso, lo que hace que se libere la sangre en el espacio cerebral, que aumenta la presión y provoca daños importantes en el organismo.
Cómo cambia tu vida tras un ictus
Como en la mayoría de las patologías, en el ictus una actuación precoz es importante. Para identificar un ictus, debemos atender a una serie de síntomas característicos, que son:
- Estado de obnubilación o desconcierto del paciente. Se encontrará disperso, desorientado, y le costará reaccionar a comandos verbales.
- Pérdida o alteración del equilibrio, con un riesgo de sufrir caídas.
- Cefaleas de gran intensidad, sobre todo en caso de ictus hemorrágico debido al aumento de presión intracraneal.
- Alteración en las facciones de la cara, sobre todo en la boca.
- Problemas a la hora de articular palabras y mantener una conversación coherente.
- Debilidad muscular.
Las secuelas del ictus van a depender de varios factores, como son el tipo de ictus, la edad del paciente, antecedentes médico-quirúrgicos, hábitos de vida (fumador, bebedor, hipertenso,etc).
En algunos casos, el paciente tiene una recuperación casi inmediata de todas las capacidades. En estos casos, deberá existir un seguimiento por parte del neurólogo, con objeto de prevenir futuros ictus. En la mayoría de los casos, el paciente presentará numerosas secuelas, que paso a enumerar las más frecuentes:
- Alteraciones motoras y sensitivas: hemiplejía (pérdida del movimiento de la mitad del cuerpo) con alteraciones en la sensibilidad. Por tanto, el riesgo de caerse es inminente.
- Pérdida de control de tronco, el paciente no es capaz de sentarse.
- Subluxación de hombro debido a la hipotonía ( poco tono muscular) que aparece en la primera fase.
- Tras la fase de hipotonía, vendrá una hipertonía, con una aparición de pie equino (pie en flexión plantar) que dificultará la marca, y una espasticidad en el miembro superior que impedirá la manipulación de objetos.
- Alteraciones en la vista, o como hemos mencionado en los síntomas que identifican la enfermedad, alteración en el lenguaje.
- Problemas de continencia urinaria, con dificultad para el control de la micción y defecación.
- Problemas para deglutir o tragar, denominado disfagia.
- Uno de los síntomas principales es el dolor, generalizado, pero sobre todo a nivel del hombro.
- Alteración de la marcha.
- SI el ictus es de gravedad, puede haber alteraciones de la personalidad y /o de la conducta.
¿Qué se debe hacer tras un ictus?
Lo importante es un abordaje precoz. En las horas siguientes al ictus, se debe hacer una valoración y un posterior tratamiento. Desde el área de fisioterapia el trabajo es muy importante para la recuperación del ictus, ya que se deben trabajar todos los síntomas que hemos mencionado con anterioridad.