El segmento lumbar de la columna, no sólo padece lesiones en sus discos intervertebrales, también las vértebras están propensas a sufrir lesiones, siendo las más frecuentes la espondilolisis y la espondilolistesis. Obtén en el artículo a continuación la información más destacable sobre estas dos lesiones que afectan a los segmentos vertebrales lumbares y que frecuentemente están relacionadas entre sí.
Es necesario aclarar ciertos puntos anatómicos en donde se desarrollan estas lesiones a nivel lumbar, con la finalidad de entender mejor de que se trata esta condición patológica y cómo puede ser tratada. Las articulaciones que se localizan en la parte baja de la columna vertebral, están constituidas por cuerpos óseos denominados vértebras y por discos esponjosos que se posicionan entre cada vértebra, llamados discos intervertebrales. En conjunto con diferentes músculos, tendones y ligamentos proveen de flexibilidad y resistencia a la parte baja de la espalda para cumplir con las demandas de movimiento del cuerpo.
Las vértebras lumbares son estructuras óseas de mayor diámetro y grosor que las cervicales y las dorsales. Estas vértebras cuentan con un amplio cuerpo vertebral en donde se posicionan los discos intervertebrales, además, cuenta con un anillo o arco óseo encargado de proveer de protección a la médula espinal, que tiene dos pedículos y dos láminas posicionadas en el lado dorsal de las vértebras. El espacio comprendido entre los pedículos y las láminas vertebrales se denomina “pars interarticularis o istmo”, la cual son las dos zonas (derecha e izquierda) de menor resistencia del arco óseo y es la región fracturada en una espondilólisis, que consecuentemente promueve la aparición de una espondilolistesis, de las cuales hablaremos a continuación.
El significado etimológico de espondilolisis lo encontramos en la unión de las palabras en griego “σπόνδυλος-espondilos” que significa vértebra y “λύσις-lisis” que significa disolución. Entonces, en medicina se considera espondilólisis a la perdida de la continuidad ósea de la vértebra, específicamente en la región “pars interarticularis o istmo” del arco vertebral. Esta fractura resulta del estrés mecánico y carga repetitiva en el istmo.
La magnitud del estrés en la pars interarticularis es mayor en los movimientos de hiperextensión y rotación. Esta lesión inicialmente no ocasiona sintomatología o molestias, sin embargo, puede hacer que la región lumbar sea inestable. Si bien la espondilolisis ocurre con mayor frecuencia en las vértebras lumbares inferiores, también puede presentarse en las cervicales.
La división ocurrida en la pars interarticularis puede ser clasificada según la causa de la “lisis” siendo estas las características de cada una son las siguientes:
El significado etimológico de espondilolistesis lo encontramos en la unión de las palabras en griego “σπόνδυλος-espondilos” que significa vértebra, “ὀλισθός - olisthos” que significa resbaladizo y “σις-sis” que significa acción, en medicina la unión de todas estas palabras indican la presencia de un deslizamiento patológico de la vértebra. Aunque la creación del término con esta conjugación de palabras fue realizada por el ginecólogo alemán Hermann Friedrich Kilian en 1854; la espondilolistesis fue descrita por primera vez un siglo antes, en 1782 por el obstetra belga Herbinaux, quien reportó la dificultad que presentaba una paciente para dar a luz, debido al desplazamiento de la L5 con respecto a la S1, ya que este desplazamiento creaba una prominencia ósea anterior al sacro que obstruía la vagina durante la labor del parto.
La espondilolistesis fue descrita por primera vez en 1782 por el obstetra belga Herbinaux.
El cambio en la posición de las vértebras lumbares puede comprimir la médula espinal, produciendo una estenosis del canal espinal. Esto consecuentemente conduce a la aparición de dolor y trastornos funcionales y sensitivos. La compresión de los nervios ocasiona restricciones en el movimiento, que incluyen parálisis, adormecimiento y entumecimiento. En casos severos, el paciente incluso puede perder el control de los esfínteres. Además, el deslizamiento de los cuerpos vertebrales también tensiona las articulaciones vertebrales (articulaciones facetarias) que se encuentran en los segmentos afectados. Esto progresivamente puede promover la aparición de una artrosis en las articulaciones facetarias (espondiloartrosis). También, los discos intervertebrales lumbares pueden verse desgastados y degenerados prematuramente por el cambio de posición de los cuerpos vertebrales, conduciendo a la aparición de lumbalgia o lumbago y hernias discales lumbares.
Esta lesión puede ser clasificada de diferentes maneras. Dependiendo de la dirección en la que se lleva a cabo el deslizamiento de la vértebra, podemos decir que existen tres, la más común es el deslizamiento anterior o anterolistesis; seguido de la retrolistesis o deslizamiento posterior; y finalmente la laterolistesis, la cual ocurre en raros casos. Además, también es posible clasificarla según el grado de desplazamiento. Según este criterio, existen variedad de clasificaciones, propuestas por diferentes especialistas de la salud: Meyerding (1932), Wiltse (1969), Marchetti y Bartolozzi (1997), Legaye (1998), y finalmente la propuesta por el Spinal Deformity Study Group (SDSG) (2006).
La clasificación de Meyerding es la más usada, con este sistema se evalúa el grado de desviación patológico de un cuerpo vertebral con respecto a la vértebra inferior. Esto es de mucha ayuda, para la construcción del tratamiento adecuado.
La clasificación de Meyerding establece los grados de deslizamiento según las siguientes divisiones:
En este artículo describimos ambas lesiones, ya que frecuentemente una se ve precedida de la otra. Cuando ocurre una espondilolistesis suele ir precedida de una espondilólisis. Observa cómo se ve cada una en la siguiente imagen:
Se estima que el 3-6% de la población padece de espondilólisis, alrededor del 40% de ellos terminan padeciendo de espondilolistesis. Especialmente los atletas sufren de espondilolistesis, ya que diversas disciplinas deportivas ocasionan estrés en la columna lumbar, tales como: jugadores de fútbol, jugadores de cricket, nadadores, lanzadores de jabalina o luchadores.
La prevalencia de ambas lesiones aumenta con la edad, mostrándose con mayor frecuencia a partir de los 20 años. Los hombres se ven afectados el doble que las mujeres. Ambas se desarrollan con mayor frecuencia en los últimos segmentos lumbares, principalmente en L5 – S1 (80-95%), en caso de espondilolistesis el deslizamiento anterior es el más frecuente, además el 75% de todos los casos es grado I.
De las personas afectadas por la espondilolisis destacamos al futbolista profesional mexicano Jesús Alonso Escoboza Lugo quien actualmente juega para el club América de la Liga MX.
Se confirmó que Alonso Escoboza presenta como diagnóstico, Espondilólisis de L5 agudizada en los últimos días
— Club Santos (desde) (@ClubSantos) February 11, 2014
Frecuentemente, la espondilólisis y la espondilolistesis (en grados leves) no causan ninguna queja o molestia particular. Por lo que estas lesiones a menudo se descubren por casualidad en las radiografías. Si las lesiones progresan, generalmente ocasionan dolor en la espalda baja. Ya que cuanto mayor es el desplazamiento de la vértebra lesionada, mayor es la tensión que se ejerce sobre los músculos, tendones y ligamentos circundantes.
Además del dolor lumbar, se pueden desarrollar otra sintomatología, que pueden variar según el grado y la gravedad de la lesión, entre ellos destacamos los siguientes:
Si el cuerpo óseo deslizado presiona los nervios ubicados a un lado de la columna vertebral, esto causa irritación de las raíces nerviosas. El dolor puede irradiarse a la pierna y al pie (dolor radicular). Además, la irritación de la raíz nerviosa, puede ocasionar dolor que afecte la movilidad de la cadera y la capacidad de vaciado de la vejiga (es muy poco frecuente). en algunos casos con grados pronunciados de desplazamiento vertebral, es posible observar y palpar un hundimiento en la región inferior de la columna.
El punto más frágil del arco óseo (pars interarticularis) se ve fracturado o agrietado por un defecto desde el nacimiento (congénito) o debido a factores traumáticos cómo un traumatismo directo en la parte baja de la espalda o la ejecución de un movimiento rápido de hiperextensión, esta acción es común en ciertas disciplinas y actividades deportivas (gimnasia, fútbol americano, luchas, levantamiento de pesas etc.). El riesgo de esta fractura por estrés aumenta en la fase de crecimiento de niños y adolescentes.
Si ambos lados del arco vertebral se fracturan (espondilólisis bilateral), la parte frontal de la vértebra, o sea, el cuerpo vertebral, se vuelve inestable y puede cambiar de posición, deslizándose, dando origen a una espondilolistesis,
En cuanto al desplazamiento patológico de la vértebra, este puede originarse tanto producto de la espondilolisis como por cambios degenerativos. Debido al envejecimiento natural, los discos intervertebrales con el tiempo pierden líquido y se vuelven delgados predisponiéndolo a sufrir este tipo de lesiones. Además, el estrés excesivo y constante puede contribuir al desgaste de los discos intervertebrales, así como de las articulaciones vertebrales y sus ligamentos, esto puede debilitar la conexión entre las vértebras y fomentar su desplazamiento. Incluso después de una cirugía en la columna, la espondilolistesis puede ocurrir como una complicación.
Aunque no pueden ser prevenidas directamente, si indirectamente si tenemos en cuenta que uno de los factores de riesgo más destacable de ambas lesiones, son las actividades deportivas, ya que estas ejercen presión o estrés sobre los segmentos lumbares, es necesario integrar a la rutina de entrenamiento, acciones destinadas a mantener y fomentar la salud de la espalda. Para ello recomendamos, ejercicios de acondicionamiento, estiramiento y fortalecimiento de los músculos lumbares. Además, sería útil usas equipos para la protección de la región lumbar y mantener una adecuada postura corporal, para evitar sobrecargar la columna en general.
El dolor lumbar ocasionado por ambas lesiones, puede ser confundido con otras entidades patológicas que se desarrollan en la zona baja de la columna. A continuación, les nombraremos los diagnósticos diferenciales más destacables:
Generalmente ambas lesiones se descubren accidentalmente mediante la realización de una radiografía con otros fines, ya que la mayoría de los casos son asintomáticos. Sin embargo, también pueden diagnosticarse en una valoración diagnóstica relacionada con dolor lumbar. Si la espondilolistesis es severa, es posible que se pueda encontrar durante la palpación en el examen físico, un cambio o hundimiento al final de la espalda. En este examen también se valora la función muscular y sensitiva alrededor de la parte baja de la columna y las extremidades inferiores, con la finalidad de detectar la presencia de algún trastorno.
Una interrupción del arco óseo y un deslizamiento del cuerpo vertebral hacia atrás o hacia adelante generalmente se pueden ver en una radiografía (rayos X). Una radiografía oblicua de la columna lumbar es la indicada para identificar la espondilólisis, en este estudio se evidencia el signo radiológico: “perrito escocés- scottie dog sign”.
En medicina se denomina de esta manera porque cada parte del cuerpo del perro representa una porción de la vértebra:
Si en este signo se presenta un collar alrededor del cuello del perro, es indicativo de existe una fractura no desplazada de la parte interarticular (pars interarticularis).
Dependiendo de la situación, el canal espinal se agranda o se estrecha, lo que explica algunas de las molestias anteriormente mencionados. Para lograr obtener una evaluación precisa de la anatomía espinal y detectar los cambios patológicos adyacentes, también se puede realizar una resonancia magnética (RM) o una tomografía computarizada (TC). Una TC es excelente para estimar el estado de las estructuras óseas, mientras que, mediante la RM, los discos y nervios intervertebrales pueden ser mejor valorados. En cualquier caso, las pruebas de imagenología son necesarias para evaluar la extensión de ambas lesiones.
Teniendo en cuenta que la espondilolisis y espondilolistesis sólo pueden ser detectadas a través de estudios de imagen, te mostramos en el siguiente vídeo los signos radiológicos propios de cada lesión:
Normalmente estas lesiones no son tratadas si no ocasionan síntomas o molestias, en los casos sintomáticos el tratamiento médico estará enfocado en suprimir el dolor presente y reducir la sintomatología neurológica y sensitiva existente. Frecuentemente los médicos seleccionan inicialmente el abordaje conservador, compuesto del uso de órtesis de estabilización lumbar, reposo y una terapia farmacológica: analgésicos como tylenol o paracetamol, relajantes musculares y antiinflamatorios (AINEs) para reducir el dolor muscular. En los casos de dolor agravado el médico indica inyecciones epidurales de esteroides.
Si bien la terapia conservadora suele ser suficiente, el tratamiento quirúrgico puede ser una segunda opción en casos agravados.
La intervención quirúrgica no es necesaria en la mayoría de los casos de ambas lesiones. Sin embargo, existen factores que indican que es necesario este tipo de abordaje terapéutico, los cuales son:
Si se cumplen con alguno de los parámetros anteriormente mencionados, la solución médica en la cirugía. No existen un estándar definitivo para el tratamiento quirúrgico de estas lesiones, la selección del mismo varía dependiendo de las características individuales de cada paciente, los procedimientos utilizados son los siguientes:
Cómo ya hemos destacado, el tratamiento conservador ofrece los mejores resultados en los casos sintomáticos, pero también en los asintomáticos, ya que mediante la fisioterapia es posible evitar más daños, como el aumento del deslizamiento del cuerpo vertebral afectado. La fisioterapia busca facilitar los procesos de curación propios del cuerpo, así como también la analgesia del dolor y el fortalecimiento de los músculos lumbares, para que estos estabilicen los segmentos vertebrales afectados y puedan repararse adecuadamente.
El tratamiento fisioterapéutico en caso de estas lesiones puede ser dividido según los objetivos a obtener en cuatro fases:
El diseño del tratamiento fisioterapéutico dependerá de las características individuales presentes en cada paciente, como: el progreso y la magnitud de la fractura, el grado del desplazamiento vertebral, los trastornos neurológicos presentes y otros factores, como la edad, el estado físico y de salud en general.
Son variados los vídeos que podrás encontrar en nuestro portal de YouTube FisioOnline, todos ellos realizados por profesionales expertos en fisioterapia y rehabilitación que te brindarán información importante sobre distintas lesiones musculoesqueléticas, de manera breve y didáctica.
Ambas lesiones ocurren en la región inferior de la columna vertebral, por lo que es importante mantener la estabilidad de esta área para promover los procesos de curación propios del cuerpo. Obtén en el siguiente vídeo, importante información sobre cómo usar este tipo de ayuda ortopédica para ayudarte a reducir el dolor lumbar o lumbalgia:
El correcto entrenamiento de la musculatura puede ayudarte a recuperarte satisfactoriamente de estas lesiones lumbares, es por ello que te mostramos en el siguiente vídeo algunos ejercicios terapéuticos, que te ayudarán a entrenar adecuadamente las áreas afectadas en estas lesiones. Además, te mostramos como realizar automasajes que te ayudarán a obtener la analgesia de ese molesto dolor lumbar:
Frecuentemente ambas lesiones no progresan y hasta pueden llegar a estabilizarse por si solas, por lo que no conducen a la aparición de síntomas o molestias. Sin embargo, cuando progresan, el dolor, las molestias, las alteraciones del movimiento y diferentes trastornos nerviosos se presentan. Por lo que es necesario una intervención terapéutica inmediata, bien sea conservadora o quirúrgica.
Una terapia conservadora y fisioterapéutica intensiva, en tres meses mejora los síntomas significativamente en la mayoría de los casos. En el caso de que la lesión sea grave, el tratamiento quirúrgico es la única opción. Posterior a ella, se debería evitar el ejercicio y las actividades deportivas durante aproximadamente un mes. Una vez cumplido este tiempo se pueden realizar deportes de bajo impacto como, por ejemplo: la natación o el ciclismo. Los deportes de contacto como el fútbol o la lucha, deben practicarse nuevamente 3 meses después de la operación, para evitar el riesgo de volver a la lesión.
El proceso de recuperación y curación varia en este caso, sin embargo, suele tardar entre 6 y 9 meses. Independientemente de la selección del tratamiento, es importante destacar que en ambos casos será necesario la prescripción de ejercicios y técnicas ergonómicas específicas para conservar la salud de la columna.