¿Notas la presencia de un bulto que sobresale de tu canal vaginal? Si la respuesta es afirmativa, es probable que estés presentando un prolapso uterino o vesical. Un alto porcentaje de mujeres en edad adulta la padecen, ya que el embarazo y los partos por vía vaginal afectan al suelo pélvico que soporta los órganos en la pelvis. Conoce de qué trata esta condición médica y cuál es su tratamiento a continuación:
Las más antiguas culturas hacen mención de esta afección médica del suelo pélvico, siendo los egipcios los primeros en hablar sobre el descenso del útero en 1500 a.C., más adelante en el tiempo, los griegos en 400 a.C. realizaron mayores observaciones sobre las características y tratamientos de estos trastornos. Hipócrates tenía sus propias teorías sobre la causa del prolapso, atribuyéndole a partos recientes, excesos sexuales, el esfuerzo y la fatiga. El origen del término prolapso proviene de la palabra en latín “prolapsus”, la cual se refiere al deslizamiento o caída hacia adelante. En el ámbito médico este término fue utilizado para describir el desplazamiento de algún órgano en el siglo XVII, por el ginecólogo suizo Johan Peyer el cual describió y documentó en esa época tanto el cistocele como el prolapso uterino.
Si bien ambos tratan del descenso patológico de los órganos por el canal vaginal, ambos tipos tiempos comportamiento y características distintas, siendo estas las siguientes:
En algunos casos estos trastornos del piso pélvico además de provocar dolor e incomodidad, también pueden desencadenar disfunciones como la incontinencia urinaria. La interrupción de las funciones del suelo pélvico causantes de esta afección, se ven relacionadas no sólo con factores como el embarazo, el parto vaginal y la menopausia, sino también con factores posturales, ya que este grupo muscular se encuentra altamente relacionado a la postura, por lo que los cambios posturales en otras regiones pueden afectar estas importantes estructuras de retención.
Los grados del prolapso uterino y vesical van a variar según el descenso y el cambio de posición que presenten los órganos pélvicos por el canal de la vagina, el tratamiento va a depender del grado en que se manifieste, siendo los mismos los siguientes:
Son una de las indicaciones más comunes dentro de las intervenciones quirúrgicas ginecológicas. En Estados Unidos se estima que alrededor de 200.000 de las cirugías realizadas por año, son debido a estas afecciones. La incidencia de los prolapsos vaginales aumenta con la edad, el riesgo de requerir una cirugía por esta causa a la edad de 80 años es de un 11,1% y el riesgo de una re-operación es de un 30%. Dado que la población americana ha ido aumentando su expectativa de vida, se estima que en el 2030 el 20% de la población será mayor a 65 años, por lo tanto, el volumen de cirugías por estos trastornos pélvicos aumentaría en un 45%. En otros países como es el caso de Panamá, al año, una de cada diez mujeres, mayores de 55 años, sufre de prolapso de vejiga. A pesar de estos datos la incidencia y prevalencia del prolapso uterino y vesical es difícil de estimar, dado que éste sólo se torna sintomático una vez que se exterioriza desde la vagina.
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— La Estrella | Panamá (@EstrellaOnline) June 17, 2019
La presencia de síntomas y signos van a variar dependiendo del grado de descenso que el prolapso presente, siendo los de primer grado los que menos ocasionan sensaciones notorias. Ya en los grados moderados o graves, las mujeres afectadas pueden referir ciertos síntomas, de los cuales destacan la presencia de trastornos urinarios, entre otros tales como:
Con respecto al cuarto grado, pueden manifestarse síntomas o signos como úlceras por presión, infecciones, producción de orina durante las relaciones sexuales, flujo vaginal con sangre, en algunos casos si el útero se desliza hacia abajo y hacia atrás, también puede ejercer presión sobre el recto, trayendo consecuencias como estreñimiento, incontinencia fecal o dolor durante las deposiciones.
Un descenso patológico del útero y la vejiga ocurre cuando los ligamentos y músculos que normalmente aseguran la estabilidad de la pelvis, ósea el piso pélvico, ya no son lo suficientemente fuertes. El órgano afectado cae de acuerdo con la fuerza hacia abajo por la gravedad. Sin embargo, en el curso de la vida, varios factores causales pueden contribuir al trabajo excesivo de las estructuras de sujeción de la pelvis, trayendo como consecuencia este tipo de afección.
Dentro de las causas se incluyen:
Para evitar la formación de un prolapso anterior y para cuidar la salud de su suelo pélvico, les recomendamos tomar las siguientes medidas:
Realizar una forma especial de entrenamiento para fortalecer los músculos del piso pélvico, la cual se llama ejercicios de Kegel. El siguiente vídeo podrás encontrar de manera detallada cómo realizarlos correctamente para fortalecer tu suelo pélvico:
El diagnóstico de estas afecciones pélvicas es netamente médico, un ginecólogo después de registrar la sintomatología referida por la paciente en la anamnesis, procede a verificar mediante un examen vaginal, la posición de la vejiga y el útero, con la finalidad de determinar si ha avanzado o descendido hacia la vagina,
Luego se puede hacer un diagnóstico claro durante el examen ginecológico es probable que sea necesario un examen rectal para determinar si existe una hendidura de la pared del recto (rectocele) hacia la vagina. Si la paciente presenta estreñimiento o defecación deficiente, puede que sea necesario para la detección de las anomalías mecánicas de la defecación una defecografía, la cual trata de un estudio radiológico del acto de la defecación.
Ahora bien, para poder estimar el grado en que la vejiga o el útero se ven descendidos, se realiza un examen de ultrasonido/ecografía o resonancia magnética. Si se quiere desestimar la presencia de un trastorno bio-eléctrico, serán necesarios estudios de electromiografía en donde se analiza las conexiones nerviosas de los músculos de la pelvis. Si hay sospechas de infección uretral, serán necesarias tomas de muestras de orina y exámenes de laboratorio.
Dependiendo de la etapa de detección y la edad de la persona afectada, el ginecólogo puede considerar diferentes métodos de tratamiento, sólo en el caso que se estén presentando síntomas. En un primer momento el abordaje grados leves es farmacológico, mediante la indicación de antiinflamatorios y de estrógenos, ya que este último ayuda a tonificar la musculatura de la pelvis. En casos más graves las soluciones serán quirúrgicas.
En los casos más severos de prolapsos vaginales (cistocele y histerocele), la cirugía es esencial, el procedimiento puede ser realizado a través de la vagina o por la parte inferior del abdomen. Durante la cirugía, los músculos pélvicos se juntan y los órganos que han descendido vuelven a su posición original. De ser necesario en el procedimiento se puede colocar una malla transvaginal (MTV) entre la vejiga y el piso pélvico. Y si ya no existe el deseo por parte de la paciente de tener hijos, el útero generalmente se extrae durante la operación (histerectomía). Si hay incontinencia urinaria, existen otros procedimientos quirúrgicos para elevar la pared vaginal y corregir el ángulo del cuello de la uretra (colposuspensión).
La fisioterapia del suelo pélvico es sumamente útil en grados menores del descenso de órganos pélvicos, ya que contribuyen a la regresión de un descenso de útero o vejiga, además que ayuda a estabilizar los músculos pélvicos de sujeción.
Además, desde nuestra visión Fiit Concept – Fisioterapia Integrativa podemos brindarte otras alternativas terapéuticas enfocadas, tales como:
Desde FisioOnline te brindamos la información fisioterapéutica necesaria para tratar desde tu casa estas afecciones médicas tan molestas.
En el primer vídeo te explicaremos de manera breve y concisa cómo realizar ejercicios para el fortalecimiento de los músculos de la región pélvica:
Mantener una correcta postura en tus actividades de la vida diaria y en el trabajo. En el siguiente vídeo encontrarás excelentes consejos terapéuticos sobre el suelo pélvico y su influencia en la postura, que te ayudará a lograr obtener una buena postura, que influirá positivamente en la salud de los músculos de tu pelvis:
Teniendo en cuenta que la incontinencia urinaria es uno de los principales problemas ocasionados por estas afecciones, te dejamos el vídeo en el cual la fisioterapeuta Laura Rojas le enseñará cómo tratarla adecuadamente con ejercicios fáciles de realizar:
En cuanto a la recuperación de una cirugía de prolapsos, el pronóstico de curación va a depender de la extensión de su cirugía y el progreso en la hospitalización (generalmente dura de uno a cuatro días). Muchas mujeres tienen dificultad para orinar inmediatamente después de la cirugía y tienen que irse a casa con un catéter colocado para drenar la vejiga. Estos catéteres generalmente duran aproximadamente de 3 a 7 días. Después de cualquier cirugía para corregir el prolapso, la mujer operada requiere generalmente 12 semanas para lograr una curación adecuada. En este período la paciente no debe levantar más de dos kilos, no debe mantener relaciones sexuales (no penetración) y no debe hacer ejercicios de alta intesidad.
El período de recuperación de cualquier cirugía para corregir el prolapso, es generalmente de 12 semanas.
La debilidad del piso pélvico puede provocar disfunciones una y otra vez, por lo que las medidas preventivas son sumamente importantes para reducir el riesgo de sufrir nuevamente esta afección. Todas estas medidas terapéuticas mencionadas anteriormente pueden tomarse tanto antes como después de una operación de prolapso. Sin embargo, no existe un método para evitar con seguridad el descenso de los órganos pélvicos. Todas las medidas preventivas sólo pueden reducir el riesgo de aparición de esta afección médica, por lo cual, para evitar la recaída es necesario mantener la salud de la musculatura de la pelvis con entrenamiento constante de por vida.