Los dedos en garra pueden ser de tipo congénito o adquirido promovido por ciertos factores a lo largo de la vida. El tratamiento no siempre es absolutamente necesario, pero teniendo en cuenta que esta deformidad altera el proceso de balanceo saludable de los pies o todo el patrón de la marcha, se recomienda tratarlos antes de que ocasione dolor durante la actividad deportiva o incluso durante las actividades de la vida diaria. Conoce cuales son los abordajes terapéuticos usados en la actualidad, cuáles son las acciones que puede reducir el riesgo de aparición y muchas cosas más, acerca de este cambio anormal en la forma del pie:
Los dedos en garra son uno de los tipos de deformidades más frecuentes que afectan los dedos del pie, estas a menudo ocurren junto con hallux valgus, dedo en martillo y pie plano. Se caracterizan por presentar una hiperextensión de la articulación metacarpofalángicas, que se ve acompañada secundariamente de una flexión de las articulaciones interfalángicas proximal y distal. Estas deformidades en los pies son comunes en las mujeres, porque su tejido conectivo es más blando y elástico que el de los hombres, por lo que favorece la instauración de deformidades.
Los dedos en garra son una de las deformidades más frecuentes que afectan los dedos del pie, estas a menudo ocurren junto con hallux valgus, dedo en martillo y pie plano.
Es posible que al principio las personas que presentan esta deformación no tenga ninguna molestia. Pero si los dedos de los pies continúan deformándose, se convierte es más que un problema estético, ya que, si no se tratan, estas deformaciones pueden causar un dolor insoportable y restringir cada vez más las actividades de la vida diaria. Además, cuando se cambia la posición del dedo del pie, la punta del mismo por lo general ya no tiene contacto con el suelo, por lo que se producen restricciones funcionales y, por lo tanto, alteraciones en la biomecánica de todo el pie. Esto conduce a un aumento de la presión mecánica y, como resultado a la formación de callosidades por un lado en la zona de las puntas de los dedos, pero también en la región dorsal debido a la presión y fricción ejercida por el calzado.
Los dedos pequeños tienen tres articulaciones: la articulación de la base o metatarsofalángica, la articulación del dedo medio o interfalángica proximal y la articulación final o interfalángica distal. El dedo en garra es una deformidad caracterizada por un estiramiento excesivo patológico o hiperextensión en la articulación de la base y una mayor flexión en la articulación media y final, de modo que el dedo se dobla y apunta al piso como las garras en los animales.
La prevalencia de deformidades en garras y en martillo está en el rango de 2 a 20%, aumentando gradualmente con la edad, por lo cual es una afección común en la población geriátrica, especialmente en pacientes que se encuentren en la séptima y octava décadas de la vida. Las mujeres se ven afectadas de cuatro a cinco veces más que los hombres. El calzado inadecuado es uno de los factores causales más frecuente de este problema de la salud de los pies.
El uso excesivo de #chanclas o #zapatos que no se ajusten correctamente al pie puede provocar lesiones en los #tobillos y las rodillas, la aparición de dedos en garra o la alteración de la pisada por el cambio en la #velocidad, #ListínDiario https://t.co/sSbAp3IsWl
— LISTINDIARIO (@ListinDiario) June 27, 2019
Inicialmente estas alteraciones no causan molestias o problemas funcionales, pero con el paso del tiempo, los dedos de los pies se deforman lenta pero constantemente cada vez más, ocasionando notables síntomas. Se identifica que se trata de esta deformidad porque los dedos de los pies se notan excesivamente doblados, las articulaciones en las bases de los dedos (metatarsofalángicas) están hiperextendidas. mientras que las articulaciones distales del pie (interfalángicas) están flexionadas.
En las primeras etapas de deformación, aún es posible todavía corregir pasivamente la desalineación del dedo en garra, es decir, es posible enderezar de manera pasiva (por ejemplo, con las manos) las articulaciones comprometidas a una postura fisiológicamente normal. Sin embargo, a medida que progresa la enfermedad, las articulaciones interfalángicas de los pies se ponen rígidas, por lo que no puede corregirse ni pasiva ni activamente.
Debido a esta desalineación de los dedos, existe una carga estática incorrecta en el pie. Como resultado, la articulación central del dedo del pie toca y se fricciona con la cubierta del zapato. Conllevando al desarrollo de puntos de presión, en donde la piel se vuelve más gruesa formando callos o callosidades en ciertos puntos del pie. Además, de las deformaciones en garra, se pueden presentar otras alteraciones visibles en el pie como: pie plano, cavo, dedo en martillo o hallux valgus.
Al caminar, los dedos de los pies pueden adoptar una posición de garra para mantener el balance del cuerpo, pero esto desaparece rápidamente por el balance muscular presente. La posición de los dedos en reposo y bajo carga depende del equilibrio de los estabilizadores pasivos (placas tendinosas, cápsulas articulares y ligamentos colaterales) y de los estabilizadores activos (músculos intrínsecos y extrínsecos del pie), estas estructuras pueden desestabilizarse por diversas causas y conllevar al desarrollo de un pie en garra. Algunas de las causas más destacables son:
Las acciones enfocadas en la manutención de la salud de los pies pueden reducir el riesgo de desarrollar estas alteraciones. A continuación, les brindaremos algunas recomendaciones:
La inadecuada selección de calzado resulta ser el factor causal predominante en el desarrollo de esta deformidad, por ello queremos mostrarte en el siguiente vídeo los efectos que pueden tener ciertos calzados, en especial los tacones. Además, te brindaremos algunas recomendaciones de uso para que los tacones no alteren tu postura, ni ocasiones problemas como el dedo en martillo o en garras:
Teniendo en cuenta que existen varias deformidades que se desarrollan en los dedos de los pies, frecuentemente son confundidas con otras alteraciones, sin embargo, en cada deformidad se ven comprometidas de distinta manera las articulaciones del antepié:
Aunque un profesional de salud con experiencia puede diferenciar la clínica en ambas, la manera más efectiva de hacerlo es mediante un estudio de radiografía.
Debido a la apariencia tan notablemente deformada de los dedos, sumado a la presencia de callos y puntos de presión, el dedo en garra se puede identificar de manera confiable mediante una inspección visual. Sn embargo, muchos médicos indican un examen de rayos X ya que este estudio no solo la deformación, sino también ofrece información sobre la posición de las superficies articulares entre sí que pueden necesitar ser corregidas quirúrgicamente. Además, también permite al profesional de salud identificar cambios relacionados producidos por la deformación como el desgaste articular (artrosis) o articulaciones subluxadas o luxadas. Con la información obtenida en el examen físico y las radiografías, se podrá diseñar un plan terapéutico adecuado para el caso.
Generalmente los médicos indican un abordaje conservador como primera medida terapéutica, principalmente a los pacientes que aun tenga flexibles las articulaciones. Sin embargo, cuando las articulaciones han perdido movilidad y se encuentran rígidas, el tratamiento indicado suele ser la cirugía.
Si el dedo del pie afectado no está rígido y se encuentra flexible, el médico suele indicar un abordaje terapéutico conservador, constituido por:
El dedo en garra a menudo se puede corregir en las primeras etapas de desarrollo sin cirugía. Sin embargo, incluso los tratamientos conservadores aplicados de manera constante en las primeras etapas de la patología no siempre pueden evitar que la deformidad empeore.
Ahora bien, si la terapia conservadora no ayuda con la deformación presente, el médico considera la cirugía. Generalmente el especialista realiza el procedimiento de manera ambulatoria (sin hospitalización), durante la cirugía el médico puede extraer una parte del hueso que sobresale (osteotomía), esto acorta ligeramente el dedo del pie y alivia el tirón pasivo generado por el tendón acortado que deforma la articulación. También el cirujano puede corregir la deformidad desplazando los tendones involucrados en la articulación. En los casos que la articulación se vea notablemente comprometida, los cirujanos realizan una artrodesis, procedimiento en el cual se estabiliza permanentemente la articulación deformada. En casos excepcionales, se indica una cirugía para la amputación del dedo.
La fisioterapia cumple un importante papel tanto en el tratamiento conservador como en el proceso de rehabilitación posterior a la cirugía. Si bien, no es posible corregir la deformación solamente mediante métodos conservadores, es posible reducir el dolor y las molestias que aquejan al paciente, con lo que se mejora la funcionalidad y la calidad de vida del paciente afectado. Algunas de las intervenciones más usadas son:
Te mostraremos a continuación una serie de vídeos que te ayudarán a recuperarte de esta afección y a disminuir las molestias que estas deformidades ocasionan, teniendo en cuenta que cada cuerpo es distinto, te recomendamos que antes de realizar o seguir algunos de los ejercicios o recomendaciones de nuestros vídeos en nuestro canal FisioOnline en YouTube consultes con tu fisioterapeuta.
Estas deformidades ocasionan importante dolor por la tensión muscular presente, si quieres relajar la musculatura de tus pies te recomendamos ver el siguiente vídeo en donde un profesional fisioterapeuta te mostrará como realizar un masaje que relajará y calmará tu pie en garra.
La técnica manual de automasaje ayuda a soltar o relajar la zona anterior de los pies, zona que debido a las deformidades se encuentra un alto grado de tensión. Aprende a realizar correctamente un automasaje para relajar esta zona de los pies con las directrices que te mostraremos en el siguiente vídeo:
En el siguiente vídeo te mostraremos una técnica de automasaje para relajar la musculatura intrínseca y extrínseca de los pies:
Estas deformidades no desaparecen por si solas y sin tratamiento suelen empeorar lenta pero constantemente, deformándose más y más, especialmente si las causas subyacentes de las deformidades del dedo permanecen sin cambios. Incluso si se utiliza un tratamiento conservador en las primeras etapas de la deformación, como: fisioterapia, plantillas ortopédicas y zapatos abiertos y anchos, esto no puede evitar en todos los casos que los dedos afectados se deformen más.
Por lo general, se puede esperar que un tratamiento quirúrgico tenga éxito, la operación puede enderezar los dedos deformados, es decir, eliminar permanentemente la deformidad y la rigidez presentes, y el paciente puede recuperarse después de unas 6 - 8 semanas (tiempo que variará según el procedimiento quirúrgico realizado). Sin embargo, si es no posible eliminar la causa que originó la desalineación del dedo del pie, las articulaciones del pie lentamente se deformaran nuevamente. Por lo tanto, en muchos casos es necesario una nueva corrección quirúrgica del dedo.